La conclusión obvia es que la homosexualidad no es una enfermedad, no es una desviación sexual, por tanto no está sujeta a tratamientos. No es una enfermedad contagiosa, de manera que el tener amigos gays o lesbianas no lesiona mi heterosexualidad. No es pecado, así que nadie irá a achicharrarse por amar a alguien de su mismo sexo. No es una abominación, a pesar de que Levítico 18-22 cataloga así las prácticas homosexuales. No es antinatural, ya que existe homosexualidad en casi todas las especies animales, lo anormal sería que en los humanos no se diera esta conducta.
La promiscuidad se da tanto entre heterosexuales, como entre homosexuales. Una conducta díscola, inestabilidad de pareja y falta de principios morales no necesariamente se deben asociar con los homosexuales, sin embargo, la estrechez de mente y la abundancia de prejuicios lleva apresuradamente a tachar de “anormales” a los homosexuales, gays y lesbianas. Entender estos hechos puede llevarnos a comprender a parientes o amigos homosexuales y a dejar sentimientos de culpa o verguenza para quienes se saben gays.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
ANÍMATE,DÉJANOS TU COMENTARIO !!