En nuestra sociedad no se conocen casos de violencia contra las mujeres ejercida por homosexuales, y de existir estos serían anecdóticos.
Esta contradicción entre machismo y homosexualidad que nos parece tan evidente en nuestra cultura occidental, no es tan raro que conviva de una forma natural en otras culturas. Así por ejemplo en Melanesia existen tribus donde la práctica homosexual está institucionalizada y se ejerce una violencia brutal sobre las mujeres. La tribu Sambia de Papúa Nueva Guinea está organizada de una forma dual : masculino como antagónico de femenino, fortaleza (masculino ) versus debilidad (femenino). Incluso hasta en las cosas más nimias existe esta dualidad (Así por ejemplo la tribu de los Dani tiene tan sólo dos términos para designar los colores: el blanco y el negro. Con el término blanco se designan a todos los colores claros y con el negro a todos los oscuros).
Los Sambia creen que toda la fortaleza y fuente de vida proviene del semen masculino y que éste no se produce de forma indefinida sino que se puede agotar. Al considerar que el semen es un bien muy escaso y fundamental, es apreciado como un tesoro y por tanto hay que potenciar su conservación. Los niños son iniciados a la edad de 7 años en un rito de paso consistente en ser inseminados por un adulto que lo instruirá en la práctica de la felación y la ingesta de semen.
los niños son separados de sus madres a la edad de 7-12 años para llevarlos a vivir a la casa grande de los varones, donde convivirá con otros chicos de su edad, o bien son asignados a un adulto "inseminador" que lo instruirá en la práctica de la felación. Se le hará saber al chico que para que sea un guerrero fuerte, esto es, un auténtico hombre fuerte y valeroso, debe ingerir la mayor cantidad de semen posible. Durante el coito el hombre se pone unas ramas de menta en los orificios nasales para evitar el olor vaginal de la mujer. Después del coito debe purificarse tomando baños de barro y sangrándose el mismo la nariz.
Tanto en la tribu Etoro como en la Sambia, la mujer vive completamente segregada. Su valor es incluso menos apreciado que el de un cerdo (hay que tener en cuenta que en Melanesia adoran la crianza y el consumo de cerdos a los que se les consideran como auténticos miembros de la familia). El valor de la mujer es simplemente un valor de cambio. Se entrega la hermana del adolescente inseminado para que contraiga matrimonio con el adulto inseminador para foralecer la alianza entre los varones. El rol de la mujer se limita al cuidado y crianza de los niños en sus primeros años de vida, así como a las tareas domésticas y a la absoluta obediencia hacia el marido., de forma que puede ser violentamente castigada si no cumple debidamente las instrucciones de sus maridos o hermanos.
Lo que en Occidente clasificamos como práctica homosexual (relaciones sexuales entre personas del mismo sexo), no constituye una categoría para los Etoro y los Sambia. En nuestra cultura tendemos a categorizar la sexualidad en: homosexualidad, heterosexualidad y bisexualidad. Esta clasificación o categorización no existe en muchos pueblos. Entre los Etoro y los Sambia la única sexualidad existente y concebible es la de la práctica habitual de la sexualidad entre hombres para acumular semen con el que poder inseminar y alimentar la sangre de su esposa que es la que va a permitir la reproducción. En otros pueblos como los Huaorani (que viven en la selva ecuatoriana ) simplemente el sexo no es significativo en su cultura. No tiene ningún valor o importancia el órgano sexual masculino o femenino.
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