Benedicto XVI arremetió ayer en Fátima contra el aborto y los matrimonios entre homosexuales y denunció que políticos, intelectuales y profesionales de la comunicación "que promueven una cultura única y desdeñan la religión" intentan silenciar la fe en numerosas partes del mundo.
El Pontífice hizo estas duras críticas en los encuentros que mantuvo con asociaciones católicas caritativas portuguesas y con los obispos lusos, tras la misa que celebró en la explanada del santuario de Fátima, a la que asistieron más de medio millón de personas, que lo aclamaron en un auténtico baño de multitudes en el país luso.
El papa Ratzinger afirmó que los tiempos actuales "exigen" un nuevo vigor misionero de los cristianos, sobre todo en aquellas partes del mundo donde "políticos, intelectuales y profesionales de la comunicación que promueven y profesan una cultura única y desdeñan la dimensión religiosa de la vida" intentan "silenciar" la fe.
El Papa volvió a condenar el aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo, al afirmar que son uno de los más "peligrosos desa-fíos" que tiene la sociedad.
Defendió la vida desde el momento de la concepción, así como la familia basada en el matrimonio indisoluble entre hombre y mujer.
Benedicto XVI calificó el aborto de "drama" y expresó su "más profundo aprecio" a todas aquellas iniciativas pastorales y sociales que intentan luchar contra los mecanismos que llevan al aborto y defienden la vida de los seres humanos. Hoy se desplazará a Oporto, en el norte de Portugal, donde oficiará una misa multitudinaria, tras la cual regresará a Roma.
El Vaticano y la Iglesia lusa calificaron de "éxito" la visita del Papa y, según el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, la masiva presencia de personas "demuestra que los escándalos de curas pederastas no han dañado la popularidad de Benedicto XVI ni su imagen". Para la Iglesia lusa, los fieles han sabido separar el daño de unos pocos sacerdotes y la Iglesia.
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